"Una bonanza asombrosa embarga todo mi espíritu, idéntica con la madrugada apacible de primavera, que paladeo hasta lo último de mis entrañas" Goethe

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Aceptación


Llegó y lo soltó sin más.

...

La sangre se me calienta poco a poco. Pronto empezará la ebullición y todo mi cuerpo se romperá en pedazos sin ser capaz de soportar la presión que esta ejerce contra las paredes que me sujetan.
Por suerte ahora reposo en un banco de la ciudad. Estando aquí sentada  me pregunto como puede ser. Como puede existir alguien así. Como alguien con un organismo parecido al mismo que pocos segundos antes ha llegado a la ebullición es capaz de dañar a otro ser, siendo totalmente consciente de ello. En que maldito momento un ser humano puede romper todos sus huesos y convertirse en pus.


...

La sangre se va enfriando. El tiempo va corriendo al mismo ritmo que siempre, y aquí estamos. Ella y yo. Las de siempre, un poco más nosotras.
Estando aquí sentada he dejado de preguntarme, y en vez de eso he empezado a aceptar.

Podría terminar este relato de un modo romántico, diciendo que la gente buena compensa a los hijos de puta, pero no creo que sea verdad. He empezado a aceptar. Aceptar que el pasado no se puede modificar. Aceptar que aún hay pus, para que engañarnos, pero sin embargo un mundo mejor es posible. He empezado a aceptar y a creer. A creer que con esfuerzo y dedicación ciertas conductas pueden ser modificadas atacando a la raíz del problema. Pero para creer en esto tenemos que ser conscientes de nuestra capacidad de superación.

Y si flaquean las fuerzas que mejor que la sabiduría de Erich Fromm;
 
"Las utopías realistas persistirán mientras las personas sean conscientes de su potencial de superación. Y estas mismas personas, cuanto más procuren ser autoras y protagonistas de su vida, y estén dispuestas a pensar, sentir y obrar con sus propias fuerzas, tanto más desarrollarán sus capacidades para la razón y el amor. Esta es la tarea que les permitirá vivir con plenitud y relacionarse con sus semejantes sin perderse a sí mismas"





viernes, 14 de diciembre de 2012

M. Benedetti








"Y para estar total, completa, absolutamente enamorada, hay que tener plena conciencia de que una también es querida, que una también insipira amor" Mario Benedetti





Fotografia: Andrés Serrano




miércoles, 12 de diciembre de 2012

Clac


M’apropo lentament. Intento il·luminar tan com puc. Avui no puc tornar a fracassar. Les fulles dels arbres entre les que m’esmunyo segueixen tan verdes com sempre. M’agrada tan topar-me amb elles. Reconec que avui m’acosto amb por.

 La gent camina amb monotonia. Tothom al mateix ritme. Primer el peu dret, després l’esquerre. Una acció mecànica. Avui em toca fer el sopar. Ostres, he deixat la roba a la rentadora. Hauria d’estudiar, he d’aconseguir el títol com sigui. Corre, corre que perdré el bus i hauré de fer aquell transbord tan insuportable. Quina merda, un altre cop cap a la feina. Potser m’hauria de plantejar un canvi de vida. Tu calla, que vols replantejar-te? Necessitem els diners. No arribaré a temps per fitxar. Quina nit que m’espera, el tdt no funciona. Una altra tarda a recuperar hores. Tan és. Tampoc tenia res millor a fer.

Un altre cop no. Les cares apagades de sempre. Començo a creure que la meva feina no és agraïda per ningú. De cop veig una noia que s’acosta a poc a poc. Els seus peus toquen amb suavitat el terra de Barcelona. Un rere l’altre es van alternant per no deixar mai sola a la bonica ciutat. Sembla que camina sense presses. Potser la meva sort ha canviat. Decideixo apropar-m’hi a poc a poc. L’enlluerno un segon i un somriure ho inunda tot.

Per sort m’ha acariciat la cara. Ha sigut un petit moment. CLAC. Però el suficient per haver-lo pogut fotografiar. Paro un instant. Els braços de Barcelona m’abracen amb delicadesa i deixen que els meus peus reposin per un moment. Noto com m’escalfa la cara. Ha arribat en el moment clau per fer-me creure que les coses poden canviar. Portava uns dies rumiant sobre la condició humana. Dia rere dia, m’he anat fixant en la gent que camina en direcció contrària a la meva, i quines cares! M’agradaria parar-los, agafar-los per les espatlles, sacsejar-los un moment i cridar que s’aturin. Que respirin. Que mirin. Que gaudeixin del paisatge. Que gaudeixin del sol, dels arbres. Que siguin capaços d’assaborir els petits moments de cada dia. No m’agrada massa generalitzar, però crec que molta gent ha agafat com a costum idear projectes llunyans, a llarg termini, perdent així  el dia a dia. Sent incapaços de somriure perquè un arbre et saluda mentre passes pel seu costat en el precís instant en que un raig de llum t’acaricia la cara.

Tocadiscs


Billy Joel gira al tocadiscs. Aparto un instant els ulls del llibre i el veig. El veig com mai havia vist ningú. Com sempre l’he vist a ell. La novel·la m’absorbeix completament. Porta estona mirant-me. Com mai havia vist ningú. Com sempre m’ha vist a mi. Amb delicadesa passa a Simon & Garfunkel. Una llàgrima recórrer la seva pàl·lida pell fins desaparèixer pel coll. Tanco el llibre i l’abraço.

Diez polvorones




Este año se va a comer diez polvorones.


El día ha amanecido nublado. Parece que el sol quiere salir, pero las nubes se lo impiden con insistencia. Tal vez por eso cuando la veo aparecer en el salón con su bata de algodón, una sonrisa triste impregna su cara. Cada mañana se queda un buen rato de pié, en el umbral de la puerta que separa su dormitorio del comedor, mirando por la ventada, esperando ver salir el sol, aunque negras tormentas se lo impidan ver. Pero hoy me ha mirado a mi, confiriendome un protagonismo al que no estoy acostumbrado, como si ya supiera que seria el único testigo del día más triste de su vida, pero a la vez el más feliz. El día en que se lo arrebataron todo, y se lo devolvieron todo a la vez.

Es una mujer realmente bella. Llevo ya diez años con ella y no ha habido un solo día en que su cuerpo no me haya parecido más hermoso que el anterior. Cada una de las arrugas que marcan su piel se acomoda en ella a la perfección. Cómo si su cuerpo no pudiera entender una vida sin ellas.
Mientras se prepara un café le acaricio lentamente la cicatriz. Debió sufrir tanto antes de conocerme. La jodieron bien jodida esos malditos cabrones. No tuvieron suficiente con arrebatarle a su gran amor. Necesitaban dejarle una marca para que cada día, al ponerse las medias negras la rozase con los dedos. Para que lo llevase siempre encima, grabado en el cuerpo. Como si no tuviera ya suficiente con llevarlo grabado en sus ojos. Unos ojos profundos, de los que nunca nadie ha logrado volver. Los ojos más tristes que jamás haya visto.
Se sienta en el sofá. El café en una mano y el libro en la otra. Así pasa la mañana. El café enfriándose en la mesa, y ella absorta en su libro.

Llevamos ya años celebrando una navidad distinta. Los diez que llevamos juntos. No le gusta este día, no tiene nadie con quien celebrarlo, no tiene nada que celebrar. Su amor se fue una madrugada de diciembre del 39. Cuando despertó, encontró la cama que tanto calor le había dado la noche anterior más fría que nunca, aunque el sol acariciase el lado vacío. Vacío de vida, lleno de amor plasmado en un papel: “Cada día que el sol salga a defender sus ideales pensaré en ti. Jamás me perdonaría que te pusieran un dedo encima. No te pueden relacionar conmigo. Recuerda mi amor, cada día el sol  saldrá a defender el cielo, aunque negras tormentas te lo impidan ver”.
Pero su partida no sirvió de nada. No la protegió del frío invierno, ni del negro porvenir que nos esperaba. Los fascistas llamaron a la puerta, aunque él no estuviera. Se la llevaron y tocaron su cuerpo. No con un solo dedo. Cuando volvía a casa me recogió en la calle. No me conocía de nada, pero pensó que la presencia de un animal de cuatro patas le aliviaría un poco la soledad que se había instalado en su corazón. Así fue como la conocí. Con los ojos tristes. Con los ojos vacíos. Vacíos de esperanza, perdidos en amor. Llenos de sufrimiento y de rencor.
Así fue como pasamos la primera navidad juntos. Comimos patatas asadas y un polvorón.
Para no olvidar, para no perder la tradición, para no traicionar a su amor, cada navidad comemos patatas asadas y  polvorones. Uno más cada año que pasa. Como si quisiera esconder su desesperanza en el azúcar. Como si quisiera morir con una sobredosis de este mismo cuando la tristeza de los años pasados ya no fuera soportable.

Este año se va a comer diez polvorones.


En el preciso instante en que empieza a desenvolver el ultimo llaman a la puerta.
Soy el primero en llegar allí. No puedo evitar ladrar. Algo en el ambiente me altera. 
Se levanta con parsimonia, debe estar muy llena con tanto polvorón dentro, pero finalmente llega hasta la puerta. Busca las llaves. Las encuentra en la mesita de madera, y cuando logra atinar en el agujero unas lagrimas densas empiezan a brotar de sus ojos. Siente su presencia, y efectivamente allí está. Delante de sus ojos. Tantas veces lo había soñado, pero no sabe como reaccionar. Todas sus terminaciones nerviosas han quedado bloqueadas. No logra mover un dedo. No logra mover los ojos. No logra mover el corazón. Solamente se mueven sus lagrimas, resbalando por su cara, tan pálida como la nieve. Como la nieve que lloró el cielo la noche en que él se fue.
Su cuerpo no logra reaccionar, pero él tampoco le da tiempo. Empieza hablar, desde el rellano. No quiere entrar. No puede entrar. “Lo siento”. Así empieza el monologo que desmontó su vida. El monologo que rompió sus esquemas. El monologo que se lo arrebató todo y se lo devolvió todo a la vez.


sábado, 1 de diciembre de 2012

Apreciados magos


Apreciados reyes magos,

Mejor apreciados magos. Nunca me han gustado los reyes. Siempre con ese aire de superioridad, como si fueran tan increíbles que los hubiera elegido el pueblo democráticamente. Y un huevo. Nosotros elegimos la república, pero luego llegó Paco, el otro, el cazador de elefantes…

Bien, a lo que iba:
Apreciados magos, llevo ya mucho tiempo pensando en una opción viable para arreglar un poco este mundo, pero no lo he conseguido, por eso os escribo, sois mi última opción.
Por favor, repartir un poco de humanidad, alegría, felicidad, tristeza, tiempo, cultura, sentido común y quizá un poco de locura (la justa, no os paséis ahora vosotros) Eliminar, por favor, los programas basura de tele 5. A poder ser que las princesas Disney sepan despertar solas. Que Mas no aparezca colgado en todas las farolas de Barcelona como si fuese el Mesías, mi hermana pequeña no logra dormir. Eliminar los transbordes interminables dónde parecemos ovejas andando todos al mismo son. Si os va bien traernos un profesor de historia, que con tantos recortes no tenemos, y para una asignatura que me gusta. Y ya que estamos repartir algún libro, de esos que hacen pensar.

Esto para empezar. Si da resultado el año que viene abolimos el capitalismo, palabra.

Gracias.