Piso el suelo movedizo.
Lo piso de un modo extremadamente suave,
como el trino secundario de una melodía escondida.
Un paso suave pero seguro.
Aún sin adivinar la dirección hacia la que me dirijo.
Segura del pie que pisa un suelo que no es el mío.
Segura de la pierna que lo sujeta,
de la cadera que le da movilidad a la pierna que lo sujeta.
Segura del corazón que me da energía para pisar, y para pensar,
y que se sincroniza con el potencial pensante del piso superior.
Piso el suelo movedizo,
pero son mis pies seguros
los que danzarán con el ritmo de su movimiento,
no a su son.